El descubrimiento del horno microondas en una anécdotas muy simpática.
Puesto que se trata de unos de esos hallazgos prácticos y casuales con los que de vez en cuando nos sorprende este curioso mundo.
Este popular, electrodoméstico nació en 1945 cuando el ingeniero Percy Spencer trabajaba con su dispositivo de magnetrón, descubrió que la barra de dulce ubicada en su bolsillo se derretía ante la radiación de aquel sistema.
Intrigado y pensando que quizá la barra de chocolate había sido afectada casualmente por esas ondas, el doctor Spencer hizo un experimento. Esta vez colocó algunas semillas de maíz para hacer palomitas, cerca del tubo y, permaneciendo algo alejado, vio con una chispa de inventiva en sus ojos como el maíz se movía, se cocía e hinchaba y brincaba esparciéndose por todo el laboratorio.
A la mañana siguiente, el científico decidió colocar el magnetrón cerca de un huevo de gallina. Le acompañaba un colega curioso, que atestiguó cómo el huevo comenzó a vibrar debido al aumento de presión interna originada por el rápido incremento de la temperatura de su contenido. El curioso colega se acercó justamente cuando el huevo explotaba, salpicándole la cara con yema caliente.
El rostro del doctor Spencer, por el contrario, se iluminó con una lógica conclusión científica.
Lo acaecido a la barra de chocolate, a las palomitas de maíz y ahora al huevo, podía atribuirse a la exposición a la energía de baja densidad de las microondas. Y si se podía cocinar tan rápidamente un huevo, ¿por qué no probar con otros alimentos? Así comenzó la experimentación.
El doctor Spencer diseñó una caja metálica con una abertura en la que introdujo energía en forma de microondas.
Esta energía, dentro de la caja, no podía escapar y por lo tanto creaba un campo electromagnético de mayor densidad.
Cuando se le colocaba alimento la temperatura del alimento aumentaba rápidamente. El doctor Spencer había inventado lo que iba a revolucionar la forma de cocinar y sentaba las bases de una industria multimillonaria: el horno de microondas.
Los ingenieros se dedicaron a trabajar en el invento del doctor Spencer, mejorándolo y modificándolo para un uso práctico. A finales de 1946, la Raytheon Company solicitó una patente para emplear las microondas en el cocimiento de los alimentos.
Un horno que calentaba los alimentos mediante energía de microondas se instaló en un restaurante de Boston para hacer pruebas.
En 1947, salió al mercado el primer horno comercial de microondas. Estas primeras unidades eran grandes y aparatosas, de 1,60 m de altura y 80 kg de peso. El magnetrón se enfriaba con agua, de modo que era necesario instalar una tubería especial.
También, su precio era elevado, costaban alrededor de 5.000 dólares cada uno.
Fuente: tecgnologiaeinformatika.blogspot.com