Según una encuesta realizada en abril en Facebook por la Asociación Americana de Quiropráctica , el 92 por ciento de los quiroprácticos (de 213 encuestados) dijo que los pacientes manifiestan más dolor de cuello, dolor de espalda u otros problemas musculares y óseos desde que comenzó la modalidad de trabajo en casa.
El patrón típico:
En marzo, la gente pensó que trabajaría desde su casa solo durante un par de semanas, así que no era un problema trabajar en el sofá. O tal vez su pareja o compañero de departamento, que también trabajaba en casa, ocupaba el único escritorio disponible.
Al principio solo sentían una leve incomodidad. Luego, poco a poco, el dolor se intensificó. Esto es más comúnmente una “lesión por uso excesivo” que proviene de un trauma repetitivo, afirmó Michael Fredericson, profesor de Cirugía Ortopédica de la Universidad de Stanford, y agregó: “Es como cuando te revienta una llanta. No fue necesariamente un solo incidente; la banda de rodamiento se desgastó con el tiempo”.
Aunque algunas oficinas han reabierto sus puertas.
Para muchas personas, lo que pensaban que era una solución temporal de trabajo desde casa se ha convertido en la norma. Además, como muchas escuelas y universidades se abrirán a distancia este otoño, el problema es aún más generalizado.
Las computadoras portátiles son las grandes culpables. Te obligan a mirar hacia abajo para ver la pantalla, o (si está elevada) a levantar las manos para escribir. Ambas opciones son malas. Mirar hacia abajo de forma crónica, dijo Erickson, nos pone en una “posición de cabeza hacia adelante” que ejerce presión sobre los discos y las articulaciones de la columna vertebral, además de causar un desequilibrio muscular en el cuello.
Luego está la silla. Cuando transformamos nuestros bancos de cocina o sofás en sillas de escritorio, a menudo están a una altura incorrecta, lo que nos impide sentarnos en lo que Nikki Weiner, consultora en ergonomía, llama la postura neutral, u “orejas sobre los hombros y sobre las caderas”: caderas ligeramente más elevadas que las rodillas, brazos relajados a los lados, cuello relajado y recto, antebrazos paralelos al suelo, pies apoyados en el suelo.
Muchos de nosotros no solo hemos cambiado el lugar donde trabajamos; también hemos cambiado la manera en que lo hacemos. Ya no caminamos por el pasillo para ir a una reunión ni cruzamos la calle para tomar un café, ni siquiera caminamos al metro para ir al trabajo. En vez de eso, solo nos sentamos.
Fuente: Jeff Wilser The New York Times