Adolescentes serán más fuertes y hábiles después de la COVID-19.

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La adolescencia es una etapa generalmente difícil por las necesidades sociales de aceptación, los cambios que experimenta el cuerpo y por el cuestionamiento constante de aceptación en su entorno.

En entrevista para UNAM GLOBAL, Carolina Santillán Torres Torrija, doctora en psicología por la UNAM, comentó que hay cuatro cosas que ha vivido la juventud en el último año: cambio en las rutinas, pérdida de seguridad y confianza, perderse de eventos significativos que ayudan a su transición de primaria a secundaria o preparatoria, así como el descuido de la salud para los que tienen algún padecimiento porque no pueden acudir a los hospitales o centros de atención para seguir con sus tratamientos.

Para casos de emergencia, cuando se habla de eventos o experiencias adversas en la adolescencia y la infancia, se puede decir que la mayoría logrará tener un estilo de enfrentamiento que les permita adaptarse.

Los adolescentes tienen el beneficio de las redes sociales, cada joven tiene ciertos factores de riesgo que dependen de cómo ha llegado a la pandemia: con una pareja o solos (“nadie liga en estos momentos”), con una mamá o papá con trabajo estable y otro grupo de jóvenes que vivirán el desempleo de sus padres, tal vez el cambio de casa o hasta el abandono de estudios.

El 20 o 30 por ciento de los adolescentes abandonarán sus estudios, su situación económica será precaria y habrán vivido durante la pandemia la muerte de algún familiar.

Tendrán la “agencia” que les permitirá enfrentar mejor las adversidades, es decir las condiciones que vive para enfrentarlas, mientras que otras la tendrán frágil porque su sistema familiar está luchando por sobrevivir.

Señaló que el 70% de los adolescentes saldrá fortalecido de esta experiencia y desarrollará otras habilidades.

“Hay que dejar de patologizar, no ver a aquellos que van a desarrollar una enfermedad mental. A pesar de que la mayoría de los seres humanos estamos creados para sobrevivir, hay otro grupo que tiene la desesperanza como una reacción por default ante las complicaciones que tiene que ver con la carga hereditaria, estilo de crianza, oportunidades familiares y en qué condiciones se llegó a la pandemia”.

Ellos saldrán fortalecidos y con actitud resiliente, pero hay que estar atentos de sus cambios y rutinas pues siguen en una etapa de desarrollo. Deben mantener sus horarios de sueño, mantenerse bien hidratados y alimentados, cuidar el acceso a las redes sociales y los tiempos en pantalla.

Aconseja también tener un espacio para hablar, de expresión de las emociones…

“están en una época en que lo más importante son sus amigos, hacerles ver que eso nos importa y que sabemos que es difícil”.

Darles información honesta y precisa sobre cómo se encuentran las situaciones que viven en casa: prepararlos para que no se sorprendan, así como promover conductas de autocuidado de promoción de la salud, hacer ejercicio, bailar, cantar, brincar, etc.

Lo más importante es que se sientan seguros dentro de un escenario de incertidumbre y, si se puede, estar involucrados en la escuela, porque ahora ya se tienen pistas de lo que hacen y puede ser el pretexto perfecto para abrir conversación con ellos.

Es algo que va a pasar, las situaciones adversas son grandes oportunidades para adaptarse, el escenario es optimista para la mayoría.

 

Fuente: UNAM Global

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